Actualmente estamos viviendo una crisis más que económica una crisis de valores, de responsabilidad, de resistencia y de credibilidad. Estamos ante un mundo de "condicionamiento operante" queremos todo a control remoto y de inmediato, ya todo lo que hacemos conlleva un interés, ¿si hago esto que voy a recibir a cambio? ya no estamos dispuestos a invertir tiempo, dinero, esfuerzo, sufrimiento, dolor en un proyecto, en una meta, en un ideal, en una nueva actividad. Muchos jóvenes de hoy se quejan ante la más mínima eventualidad de la vida, no están dispuestos a pagar el precio de una enseñanza, de una experiencia, vivimos en la era del controlismo, no importa lo demás.
Hemos perdido esa sensibilidad hacia nuestros semejantes, hacia nuestras costumbres, hacia nuestro pasado, hacia nuestros ideales, posiblemente nuestros abuelos durante mucho tiempo vivieron el extremo opuesto de nuestra cultura, en cada momento de su vida se permitían disfrutar, hacían todo un ritual para comer, para trabajar, para amar, estaban dispuestos a invertir recursos para hacerse merecedores a algo que consideraban valioso para ellos, su umbral del dolor y del sufrimiento era extenso, tenían tolerancia y resignación al trabajo duro y pesado, a la controvertida personalidad de sus patrones, a los escasos recursos y de tecnología, de servicios, etc.
En pleno auge de este avanzado Siglo decimos con tanta facilidad; voy a renunciar a mi trabajo porque no me "gusta", aunque acabe de ingresar, he decidido divorciarme porque mi esposo (a) no me entiende, o es muy común escuchar "ya no aguanto a mis hijos" porque son insoportables, "es muy triste pero" el resultado de todo esto es que no sabemos valorar lo que tenemos.
Alguien decía que nos hemos convertido en una réplica del personaje del "Rey Midas" (aquel que todo lo que tocaba se convertía en Oro) ahora todo lo que tocamos se convierte en "nada", en algo simplemente "sin valor", un cambio de actitud nos hará saborear la vida en lugar de sufrirla.